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Don Julián de Zulueta construyó esta obra hasta el primer piso, de acuerdo con el proyecto del renombrado arquitecto Don Pedro Tomé y Veracruisse, con la finalidad de dedicarlo a comercios.

Don Julián de Zulueta construyó esta obra hasta el primer piso, de acuerdo con el proyecto del renombrado arquitecto Don Pedro Tomé y Veracruisse, con la finalidad de dedicarlo a comercios. Situada entre las calles Zulueta, Monserrate, Neptuno y O'Reilly fue comenzada en 1890. Al edificio se le hizo un gran sótano aprovechando parte de los fosos de la Muralla y se le prepararon cimientos para recibir varias plantas más. Sin terminar el trabajo, el edificio se le vendió a Don Andrés Gómez Mena, quien lo acabó completo hasta la primera planta y le construyó en los altos dos teatros, el Politeama Grande y el Politeama Pequeño, que tuvieron efímera existencia.

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Entre 1916 y 1918, en plenas "Vacas Gordas" decidieron ampliar el edificio y levantaron cuatro pisos adicionales sobre la planta baja original y se le instalaron 8 ascensores, 2 por cada calle. La Manzana de Gómez se distingue por sus cómodos pasajes interiores que lo cruzan en diagonal y se dedicaban en la planta baja a comercios y en los altos a oficinas de abogados, notarios, empresarios, médicos y otros. En este edificio se hicieron 560 departamentos y se calculaba que por sus pasillos y portales circulaba diariamente una población flotante de 25 mil personas. La Manzana rentaba a Gómez Mena unos mil pesos diarios.

El primer complejo comercial habanero que quiso parecerse a los que ya existían en grandes ciudades del exterior, se construyó dentro de la urbanización de Las Murallas, en la Calzada de Monte entre Prado y Zulueta, en 1873. Era un modesto conjunto de 12 establecimientos porticados de una sola planta, unidos por un frente común con esquinas en las calles mencionadas. Unos 20 años más tarde se construiría en La Habana el segundo edificio comercial o bazar.

Contó con una distribución más moderna que el de Monte, pero al igual que en este, las tiendas o locales que lo integraron conservaron su independencia. Ese edificio es la Manzana de Gómez y fue, dicen especialistas, uno de los sitios que ejerció mayor atracción —un verdadero punto de gravitación del centro urbano— a medio camino entre la trayectoria de las calles comerciales de Obispo y O’Reilly y la de San Rafael. Al ser dotada de luz eléctrica a fines del siglo XIX se hizo más notable aún por su actividad nocturna.

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