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En la Farmacia están desconcertados al ver que compra cientos de condones cada día…

En un barrio de La Habana los vecinos se quejan de la falta de condones en su Farmacia, por lo que las autoridades realizan una investigación, que sorprendentemente apunta a un destacado vinatero de la zona como principal consumidor del producto.

 − ¿Por qué compra cientos de condones cada día?−. Fue la pregunta de la policía a este ciudadano. Como respuesta el hombre pidió a los guardias que lo acompañaran a  su casa. Una vez allí les mostró la una habitación llena de garrafones de vino. Los vigilantes de la ley vieron con asombro como todos utilizaban condones para el tapado.

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El cubano Orestes Estévez tiene en su propio hogar una fábrica manual de 300 garrafones de vinos que constituyen su sustento y el de su familia. Como no le ha sido posible obtener válvulas de presión para el tapado de sus garrafones este vinicultor utiliza los condones que venden en la farmacia de su barriada a un precio muy módico.

 Es muy emocionante su historia pero también de gran interés tecnológico pues según él ha contado, estos condones tienen un modo único de uso. Una vez puestos en la boca de los garrafones el vinicultor los pincha para que la fermentación sea exacta.

Ha sido esta la única forma de preservar tradiciones que son aprendidas en este país caribeño a través de la oralidad y que constituyen tesoro de familia. La receta de Estévez tiene su origen en Islas Canarias y se basa en el jengibre, la fruta bomba y la remolacha.

 La casa de los Estévez expira olor dulce hasta que pasados los 45 días de fermentación esta mezcla casera tiene el punto exacto para ser degustada en una fiesta familiar.

Hacer vino casero usando condones es una inventiva cubana

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