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Según los datos conocidos, casi 40.000 colaboradores de la salud cubanos (la mitad son médicos) laboran en 66 países. Esos países le pagan directamente al gobierno cubano y este, a su vez, abona los salarios del personal sanitario.

Los médicos cubanos han sido noticia en los EEUU recientemente, cuando la agencia de ayuda exterior de la administración Trump ofreció pagar a las organizaciones para que investigaran si Cuba comete violaciones de derechos humanos enviando a los médicos al extranjero y embolsándose su paga.

Tales denuncias son “una tontería”, advierte el doctor Graham Sowa, estadounidense que estudió medicina en Cuba y que hoy sirve su residencia en el Hospital Regional de Brandon.

Sowa, en una entrevista con el periodista Paul Guzzo, dijo que no pagó matrícula mientras asistía a la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM), en La Habana. Incluso, llegó a laborar un tiempo en el sistema de salud de la isla.

En estos momentos, mientras otros colegas suyos se ven enfrentados a deudas de cientos de miles de dólares, Sowa no debe ni un centavo.

El doctor cree que los programas de colaboración médica de Cuba no deben ser perseguidos por Trump.

Según los datos conocidos, casi 40.000 colaboradores de la salud cubanos (la mitad son médicos) laboran en 66 países. Esos países le pagan directamente al gobierno cubano y este, a su vez, abona los salarios del personal sanitario.

Los servicios médicos expertos aportan a Cuba, cada año, 7.700 millones de dólares, afirma María Werlau, directora del Archivo de Cuba, una organización que promueve los derechos humanos en la isla.

El gobierno cubano se defiende diciendo que sus doctores van a los lugares más recónditos, casi siempre zonas rurales empobrecidas, donde no existe atención médica estable. El discurso, más que de negocios, habla de “solidaridad internacional”.

Médicos cubanos batallaron contra el brote de ébola en África.

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La ELAM, la escuela donde estudió Graham Sowa, fue fundada por Fidel Castro en 1999 y proporciona formación médica gratuita a ciudadanos de todo el mundo. Los graduados internacionales pueden seguir una carrera profesional independiente al terminar sus estudios.

La única petición de las autoridades cubanas no es legal, sino ética. Los graduados internacionales deben proveer atención de salud a comunidades pobres de sus propias naciones. En la realidad no hay maneras de regular esto.

Los estadounidenses de bajos ingresos pueden acceder a la ELAM desde el año 2000. EEUU no paga un centavo por ello. Desde ese año, alrededor de 200 norteamericanos se han graduado en la ELAM. Ahora mismo asisten a ella unos 90, según datos de MEDDIC, una organización sin fines de lucro que promueve la cooperación de salud entre Cuba y EEUU.

Sowa dijo que, desde su punto de vista, está cumpliendo su promesa de ayudar a los desatendidos trabajando en el Hospital Regional de Brandon, donde los pacientes incluyen a personas sin seguro médico y donde muchos acuden para recibir atención primaria de salud.

Lo que más extrañaba de vivir en Cuba era el aire acondicionado y la variedad de alimentos a los que se había acostumbrado.

"Pero se aprende que no hay necesidad de 12 tipos diferentes de ketchup", dijo.

Las historias sobre la privación en la atención de la salud en Cuba, como que los pacientes tengan que proporcionar sus propias sábanas, pueden ser ciertas, dijo.

"Depende del nivel de atención. En la que trabajé, tenías que llevar sábanas a la sala de medicina general. Si pasabas a cuidados intensivos, tenías habitaciones con aire acondicionado".

Escuela Latinoamericana de Medicina, fundada en 1999. La ELAM.

Sowa conocía a médicos cubanos que trabajaban en La Habana a quienes se les pagaba alrededor de 50 dólares al mes. Algunos que trabajaban como médicos en misiones en el extranjero ganaban miles de dólares al mes.

"Todos los que conocía volverían, pasarían seis meses en casa y luego irían a hacer otra", dijo Sowa.

Sin embargo, calificando a las misiones como una forma de trata de personas, Estados Unidos ha impuesto sanciones a los funcionarios cubanos a cargo del sistema.

Werlau se refiere a las misiones médicas como una “forma de esclavitud moderna”. Dijo que los médicos reciben entre 20 y 25 por ciento de sus salarios y el gobierno cubano se queda con el resto.

Además, a los médicos se les paga sólo una parte de su salario neto hasta que regresan a casa. Si un médico falla, Cuba se queda con el dinero.

Lo que enfurece a los críticos del sistema, dijo Sowa, es que las ganancias apoyan al socialismo.

Por eso la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID) ofrece 3 millones de dólares a organizaciones dispuestas a “investigar, recopilar y analizar información relacionada con violaciones de derechos humanos —incluyendo trabajos forzados— del personal médico cubano exportado al extranjero”.

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